Leer - te raya; y que no sean esas las persianas que en mis ojos hicieron eco. Casi llego a entender como el movimiento de esas palabras rebotan entre pared y puerta; escapar o seguir rebotando.
Leer - te conduce una orquesta de sinsentidos, una forma de vértigo que ataca desde el pecho y deforma las mejillas en una mueca de sobriedad y una estúpida comedia.
Se formula una suerte de juegos de montañas rusas, un vaivén que solo leer - te vuelca hacia la más inocente repetición de cápsulas azuladas de luna, sacudidas entre sabanas gastadas.
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