Estoy
leyendo un libro y caigo muy fuerte: me encuentro pensando en vos por inercia.
Y ahí me empieza a latir el ojo izquierdo, que por derecha es miedo y en verdad
es un vértigo que da vergüenza. Que se me cierra la garganta, me paralizo y que
no escribo nada porque "no puedo, no me sale eso, boluda"; y que
dale, animate y no, no se puede así porque la tensión es adictiva, y que si,
pero me estoy electrocutando. Late y late y pienso, y pierdo, y me quiero
sentar al lado de una estufa o derretirme con vos. Floto entre tropiezos y me
apichono. Que torpe soy.
Y
dudo, dudo, dudo. No es suficiente. Me desdigo de todo. Es tan irreal como lo
irreal de un corazón que siente y no bombea. Es el juego, solo el juego; jugar,
inventar, las escondidas, la ficción del alcohol y los juegos. Aprieto mi sien
con la almohada y no sé esquivarlo; pincha, molesta, me encanta, y se soporta porque
no hay sade sin un Marqués y su guion.
Ya
me duele la cabeza porque hay una boluda pisoteándose, gritando “Hey…boludo!, tirame
un centro, que estas muy lejos…No entiendo!”, y me mareo. No me muevo porque
estoy mareada, porque proceso lento y los tsunamis no paran y yo solo tengo un
triste secador de piso… que torpe soy.
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