19 de abril de 2013

(pen san doen tres)


Vida, puta masa cambiante. Ciclotímica, no le interesa cuan cómodo estés. Complota entre cálculos cósmicos, térmicos y dérmicos pintando un cuadro de una marea que va y te lastima; que viene y te acaricia,  que solo te hace derramar una lágrima en cuanto se percibe una suspensión del tiempo. Dos muecas instantáneas, intrínsecas, a veces imperceptibles al ajeno a su cuerpo.
Instiga un vértigo al que no le preceden dulces cielos; los pequeños sonidos solo avivan el fuego en el esófago, la temperatura sube, sin respirar crispas los ojos y clavándote tus propias uñas tu puño pide ser agua entre el mar.
Una capsula que se sostiene entre el pasado y la expectativa, hamacándose borracha, como si realmente el tiempo no pasara. Una ilusión que es tan real como lo que ya pasó, y hoy no es, o nunca lo fue; y sin embargo, es un fuego tan dulce que me ampara ante cualquier vuelco al cemento duro, gris e intransitable.

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