Sólo quiero cuando escribo.
Intuyo estos ojos, pardos,
como la cascada de palabras en el vuelo de una mariposa,
o la cabeza bajo el agua.
Escribo en una vorágine
melancólica y frenética.
Cuando quiero sólo escribo,
como si escupiera en tinta un orgasmo de 5 segundos.
No quiero sólo una voz insípida que me desvele cuando escriba.
Las cortinas respiran una brisa gentil,
en una cama de luces
que sólo quiero cuando escribo,
que cuando escribo sólo quiero más vida.