15 de septiembre de 2014

Encuentros y Efemérides

Todos los fines de semana las personas salen, como perdidas, a buscar una experiencia diferente que pueda llenarlos de ocio; otras se ponen en campaña para dar con ese objeto del deseo que durante la semana difícilmente pueda ser hallado. El parque Centenario es uno de esos lugares que combinan, aún si fuera accidental, las dos actividades.

El fenómeno que ocurre en este peculiar domo verde es la expresión de una comunidad que intenta responder a necesidades diversas, pudiendo encontrar en el mismo 3 ferias. La feria del libro, la feria artesanal y la que bien podría ser llamada feria de las efemérides. La última, ubicada sobre la calle Patricias Argentinas, tiene un sabor especial en tanto a su oferta. En ese sentido, desde una edición del diario Clarín del ‘45, hasta cascos de la II Guerra Mundial pueden ser encontrados entre los más de 200 puestos ubicados en las aledañas  del parque.

El efecto visual que se percibe en torno al Centenario es similar al que uno podría imaginar estando en presencia de una muralla. Una muralla defendida por los miles de puesteros que ofrecen en forma de objetos nostálgicos, o una parada exprés para darse un masaje, una varieté que difícilmente puede ser clasificada.

Si ir a un museo significa repasar un fragmento de la historia, transitar por el camino marcado de los puestos implica un viaje temporal – pasado, presente, futuro - continuo. Y sin mencionar azaroso. Celulares, estampillas, radios, fonógrafos y australes pueden encontrarse a un metro y medio de distancia.

Los puesteros – si así quisieran llamarse -  improvisan carteles publicitarios (Artesanales) como “Si usted no quiere un buen DVD, no compre aquí” para captar los ojos, dispersos y abrumados por el abarrotamiento de objetos y gente; niños, muchas veces hijos de los comerciantes, correteando en amistad, pudiendo estar viviendo una historia de Romeo y Julieta feriante, ante la competencia de sus padres.
Así se pasan la tarde miles de personas cada sábado y domingo o feriado, con la esperanza de pasar una tarde atípica, curioseando objetos que pueden trasladarnos a nuestra infancia o rarezas de adornos para los que no saben lo que quieren pero quieren que sea único.

Una mujer utiliza ganchos de carnicería y alambres para colgar en los costados unas pulseritas coloridas de hilo encerado, al lado de unas muñecas que siempre quisieron ser Barbie, mientras comenta “Traen las estructuras peladas en unos camiones, bien temprano, después cada uno lo adorna como quiere.”. El armado de los puestos y su organización pareciera básicamente un designio determinado por los astros, nunca se sabe bien por qué: “No tenemos una feria dividida en categorías, acá si haces algo y lo querés vender, venís, charlás con alguno que te consiga el contacto, y si tenes suerte, te instalas.”.

Si bien el orden y la estructura no son las características que hacen al encanto del lugar, se puede observar un cierto criterio; dos puestos que ofrezcan exactamente el mismo producto no podrán convivir en una extensión de 2, 3 metros. Quizás, para evitar una tragedia Shakesperiana.

Las opiniones del portal de viajes “TripAdvisor” orientan al viajero despistado a que tengan en cuenta los precios de las ‘baratijas’  de algunos puestos, para el Frances treintañero que colecciona cantimploras, o un Aleman que quiere una vieja insignia de Volkswaguen para su inventario. Y así tal vez, en el camino, también encuentre a una vendedora de panes rellenos que lo acompañe en su aventura sudaca. Porque en “el Centenario” el amor se traduce en una tarde de caminatas bajo el sol, admirando el sonido del viento que trae el regateo de una dama por una cuchara del siglo 17, con aroma a choripán.


El parque Centenario tiene ya más de 100 años, y no cansado por la edad, se renueva constantemente gracias a la comunidad que lo rodea. El anfiteatro más grande de Buenos Aires, el Museo de Ciencias Naturales, el Observatorio, y el Instituto Pasteur, junto con las ferias hacen al parque el núcleo de encuentro de miles de personas que buscan, y más de una vez encuentran.